Existen sabores que nos dejan una huella especial en la memoria y que almacenamos en nuestra despensa de sensaciones. Sensaciones que afloran cuando alguno de aquellos matices viajan de nuevo por nuestro paladar. Nuestra memoria entonces nos transporta no sólo a ese sabor sino a una vivencia y a una emoción vividas. Esos sabores que nos marcaron cuando niños, de grandes nos invitan a un viaje en el tiempo, un espiral del Alma al Paladar. De ahí resurgen agradables sensaciones experimentadas.