En mi vuelta al mundo a través de las especias, comenzaré por el Clavo de Olor o Girofle por una preciosa historia traída de la mano de una amiga entrañable este pasado fin de semana.
Desde Analanjirofo, en el Noreste de la República de Madagascar, recolectados a mano por un agricultor malgache, gentilicio e idioma de esta isla, la más grande de África, llegan estos clavos de olor para aromatizar mi cocina. Un tesoro de regalo!! Los clavos son los brotes secos de un árbol de hoja perenne originario de las islas de las Especias de Indonesia. El capullo seco recuerda la forma de un clavo, de ahí su nombre. De sabor intenso, picante, ácido, dulzón y con un punto amargo, de aroma fuerte y caliente, en la cocina aromatizan tanto platos dulces como salados.
Los brotes de flor se recogen manualmente pudiendo dar un sólo árbol hasta 3 kg de especia seca. Actualmente se cultivan en Indonesia, Tanzania, Madagascar, Brasil y Sri Lanka, por su clima tropical que favorece su cultivo, exportándolos a Europa y EEUU.
El clavo de olor es bien conocido como aromatizador y conservante si bien se utiliza también contra el dolor de muelas y para la fabricación de incienso, en países como China y Japón.
Son infinitamente más sabrosos los clavos enteros que la especia en polvo. Un consejo, para machacarlos, cortar antes su tronquito.